En la pizarra habitan dos aves
como la llave de Eliza
en la pizarra y una cortina vieja,
al mediodía opaco de polvoriento aire.
Todos se detienen a observar
a las bordeadas aves,
sucias de imaginación.
En la pizarra vieja habitan dos aves,
que imitan al trazo de un delineador
y todo vuelve a empezar.
Personas,
pálidas aves
de mitad acorazadas
muertas
por la mano del delineador.
El agua donde reposa cada una
solo es la misma vieja pizarra sin esplendor.
domingo, 12 de agosto de 2007
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